“El infierno no es tan malo”… ¿Iron Maiden se refería a eso realmente? En From Here to Eternity

¿Quién dijo que enamorarse de un motor grasiento era mala idea? Pregúntale a Charlotte: bastó un rugido metálico para que su mundo dejara de parecerle aburrido.

Imagínate una noche ochentera: luces parpadeando, el olor a gasolina pegado en la nariz y un demonio ofreciendo paseo gratis. Ella sube sin preguntar, total, la monotonía también mata. El camino se vuelve una recta infinita y Bruce lo susurra: “Hell ain’t a bad place, hell is from here to eternity” —“El infierno no es un mal sitio, el infierno va de aquí a la eternidad”. Así, sin cortesía.

Entre cada curva, Charlotte siente el viento cortarle la piel y aun así sonríe. Porque a veces preferimos rompernos contra el diablo antes que dormirnos en vida. Nadie avisa que el encanto dura lo mismo que un acelerón mal calculado: llegan a la curva del demonio y el asfalto los escupe. El sueño termina, pero la aventura queda tatuada en el recuerdo, justo donde duele y entusiasma al mismo tiempo.

Ahí está la metáfora: algunos amores son carreteras sin regreso, brillan intensos y consumen rápido. Iron Maiden lo narra sin vender moralejas. En vez de sermón, te ofrece espejo: ¿cuántas veces montaste tu propia bestia creyendo que tocabas el cielo cuando en realidad ibas rumbo a la caída?

No se trata de evitar esos trayectos; se trata de saber que arden y, aun así, elegir subir. Porque vivir tibio nunca fue opción para la sangre que busca chispa. ¿Tú también tienes una historia que empezó con un rugido y acabó en incendio? Cuéntamela, que aquí nadie juzga.
Escrito por: Rulo Ham el 29-06-2025