Esto es lo que en realidad esconde The Fallen Angel… De Iron Maiden

¿Y si lo que creíste que era fe… resultó ser un demonio vestido con tus propias dudas?
¿Y si en lugar de salvarte, estabas rezando al ángel equivocado?

Era el año 2000. El mundo estaba estrenando siglo, pero Iron Maiden estaba desnudando otro tipo de fin: el interno. “The Fallen Angel” no llega con trompetas ni esperanzas. Llega con un susurro retorcido, como un sueño donde Dios no contesta y el único que responde es Azazel, sentado a tu lado, jugando con tus pensamientos como si fueran fichas de dominó. “Azazel está junto a ti, y está jugando un juego”.
No es metáfora. Es un aviso.

En este relato, el caos no se aparece de golpe. Se infiltra. Los demonios no gritan. Rezuman. Y no vienen de fuera, vienen de adentro. “Los demonios están dentro de ti y están haciendo su jugada”. El escenario ya no es el infierno, es la mente. Y cuando el infierno toma esa forma, ¿cómo te defiendes de ti mismo?

La historia se desarrolla como una tragedia íntima. La figura caída —un ángel vencido— no se entrega del todo, pero tampoco finge inocencia. Acepta su papel como el elegido, sin saber si es privilegio o condena. “Podría ser el fin del mundo… pero debo enfrentarlo solo. Porque yo soy el elegido”. ¿Elegido por quién? ¿Para qué? ¿Para caer o para redimirse?

El relato se convierte en ciclo: oración, caída, despertar, espera. Y mientras el Armagedón se aproxima, lo único claro es que la salvación no será limpia ni heroica. Será sucia, dolorosa, contradictoria. Será un rezo con las manos manchadas. Porque el “ángel caído” no es un enemigo. Es un espejo. Uno que te recuerda que no todos los elegidos brillan, y que a veces el llamado se escucha desde el fondo del abismo.
¿Y tú? ¿Alguna vez te sentiste el elegido… de algo que no pediste?
Escrito por: Rulo Ham el 27-06-2025